miércoles, 1 de abril de 2009

punto de partida del taller de escritura creativa

...Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


¿Sobre qué escribo, a la hora de escribir?
¿Qué espero de este taller?
¿Por qué publiqué o me gustaría publicar?
¿Soy ya un escritor?

Lo importante de esta práctica es trabajar sin ningún tipo de censura. Escriban con absoluta libertad y franqueza. El texto es para ustedes: una especie de diario íntimo de escritor. Relean las respuestas y verán un interesante autorretrato. O, mejor todavía, un Retrato del artista adolescente, al decir de James Joyce.
Estas preguntas —las respuestas a estas preguntas— los ayudarán a conocerse más, a abrirse frente a la página en blanco o la pantalla de la compu. Porque hacer literatura es, de alguna mágica manera, compartir con los demás ese gran secreto que somos. Ese misterio que luchamos por esconder y que, al mismo tiempo, tanto queremos revelarle al mundo.
La vida encuentra su auténtico sentido en el arte y en el amor, y a veces descubrir eso nos puede llevar… toda la vida. ¿Por qué? Porque implica la tarea más difícil del mundo: conocernos a nosotros mismos.

Cinco puntos de partida
Para hacerle frente a estos tiempos, nada mejor que darse el lujo de crear.
Sólo escribiendo se aprende a escribir. Escribiendo y corrigiendo, hasta que lo escrito nos represente.
Quienes rinden culto a la espontaneidad, sin ir más allá de lo que les salga, no irán más allá de lo que les salga.
Jamás se deberá intentar escribir de acuerdo con recetas o moldes prefijados. Tal cosa no existe, no tiene nada que ver con la verdadera creación.
El acercamiento a la literatura significa un desgarrante acto de felicidad. Si un hombre necesita crear (por desesperación, no por dinero o fama) y logra dominar su estilo para dar forma a sus sueños más escondidos, será un artista singular, único, irrepetible.

(En: Marcelo Di Marco. Taller de corte y corrección, Bs. As. Sudamericana, 2002.)


LA PALOMA MENSAJERA ATACA DE NUEVO
Con un poco de talento y ganas, cualquiera puede escribir. Sobre todo, si cuenta también con una fuerte dosis de sensibilidad, condimentada por buenas lecturas y contaminada por los vaivenes de la vida. Hoy la escritura ha regresado. Gracias a las modernas tecnologías, escribir volvió a ser una necesidad cotidiana.
Es muy probable que, mediante la redacción de algún email, muchos de ustedes hayan descubierto en sí mismos cierta capacidad para poner sus cosas por escrito y llegar al otro. Sienten fuerte rechazo o afecto por tal o cual profesor y se lo cuentan a un amigo en una carta. Conocen a una persona que les gusta —que les gusta mucho— y le escriben para invitarla, por ahora, a estudiar… Si ponen todo el corazón en la escritura, nos atrevemos a decir que cualquiera de esos dos hipotéticos mensajes será un escrito vívido, relevante, único y personal. Aunque esas líneas aún no sean literatura (y ya tendremos más de una oportunidad de ver qué es literatura), por algo se empieza.
Escríbanle un e-mail o una carta a un amigo y/ o personaje real o inventado. Acá tienen algunos temas posibles (aparte de los que a ustedes se les ocurran, por supuesto):

- Cuéntenle como si fueran niños, algo que jamás se atrevieron a contarle
- Denle instrucciones para utilizar algún aparato que solo es incapaz de manipular (puede ser una máquina inventada por ustedes)
- Cuéntenle sobre algún libro, película o banda musical que acaban de editar.

- Narren o coméntenle algún hecho que les ha ocurrido y no se animaron a contarle.
- Felicítenlo por un hecho (o conduélanse).
- Aconséjenlo (piensen que su amigo no se siente del todo bien: está lejos y extraña, o acaba de vivir una situación difícil).

Tal vez Ernesto Sábato tenga razón, y hoy estemos viviendo lo que él llama “El Tiempo del desprecio”. No le demos el gusto a una época así: acuérdense de comenzar toda comunicación con un encabezamiento amable —Querido o Querida, Estimado o Estimada; o, ¿por qué no?, un simple y cordial ¡Hola!—. Al final, no olviden despedirse... Y jamás dejen de contestar los mensajes que hayan recibido.