...Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...
¡Inteligencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
¿Sobre qué escribo, a la hora de escribir?
¿Qué espero de este taller?
¿Por qué publiqué o me gustaría publicar?
¿Soy ya un escritor?
Lo importante de esta práctica es trabajar sin ningún tipo de censura. Escriban con absoluta libertad y franqueza. El texto es para ustedes: una especie de diario íntimo de escritor. Relean las respuestas y verán un interesante autorretrato. O, mejor todavía, un Retrato del artista adolescente, al decir de James Joyce.
Estas preguntas —las respuestas a estas preguntas— los ayudarán a conocerse más, a abrirse frente a la página en blanco o la pantalla de la compu. Porque hacer literatura es, de alguna mágica manera, compartir con los demás ese gran secreto que somos. Ese misterio que luchamos por esconder y que, al mismo tiempo, tanto queremos revelarle al mundo.
La vida encuentra su auténtico sentido en el arte y en el amor, y a veces descubrir eso nos puede llevar… toda la vida. ¿Por qué? Porque implica la tarea más difícil del mundo: conocernos a nosotros mismos.
Cinco puntos de partida
Para hacerle frente a estos tiempos, nada mejor que darse el lujo de crear.
Sólo escribiendo se aprende a escribir. Escribiendo y corrigiendo, hasta que lo escrito nos represente.
Quienes rinden culto a la espontaneidad, sin ir más allá de lo que les salga, no irán más allá de lo que les salga.
Jamás se deberá intentar escribir de acuerdo con recetas o moldes prefijados. Tal cosa no existe, no tiene nada que ver con la verdadera creación.
El acercamiento a la literatura significa un desgarrante acto de felicidad. Si un hombre necesita crear (por desesperación, no por dinero o fama) y logra dominar su estilo para dar forma a sus sueños más escondidos, será un artista singular, único, irrepetible.
(En: Marcelo Di Marco. Taller de corte y corrección, Bs. As. Sudamericana, 2002.)
LA PALOMA MENSAJERA ATACA DE NUEVO
Con un poco de talento y ganas, cualquiera puede escribir. Sobre todo, si cuenta también con una fuerte dosis de sensibilidad, condimentada por buenas lecturas y contaminada por los vaivenes de la vida. Hoy la escritura ha regresado. Gracias a las modernas tecnologías, escribir volvió a ser una necesidad cotidiana.
Es muy probable que, mediante la redacción de algún email, muchos de ustedes hayan descubierto en sí mismos cierta capacidad para poner sus cosas por escrito y llegar al otro. Sienten fuerte rechazo o afecto por tal o cual profesor y se lo cuentan a un amigo en una carta. Conocen a una persona que les gusta —que les gusta mucho— y le escriben para invitarla, por ahora, a estudiar… Si ponen todo el corazón en la escritura, nos atrevemos a decir que cualquiera de esos dos hipotéticos mensajes será un escrito vívido, relevante, único y personal. Aunque esas líneas aún no sean literatura (y ya tendremos más de una oportunidad de ver qué es literatura), por algo se empieza.
Escríbanle un e-mail o una carta a un amigo y/ o personaje real o inventado. Acá tienen algunos temas posibles (aparte de los que a ustedes se les ocurran, por supuesto):
- Cuéntenle como si fueran niños, algo que jamás se atrevieron a contarle
- Denle instrucciones para utilizar algún aparato que solo es incapaz de manipular (puede ser una máquina inventada por ustedes)
- Cuéntenle sobre algún libro, película o banda musical que acaban de editar.
- Narren o coméntenle algún hecho que les ha ocurrido y no se animaron a contarle.
- Felicítenlo por un hecho (o conduélanse).
- Aconséjenlo (piensen que su amigo no se siente del todo bien: está lejos y extraña, o acaba de vivir una situación difícil).
Tal vez Ernesto Sábato tenga razón, y hoy estemos viviendo lo que él llama “El Tiempo del desprecio”. No le demos el gusto a una época así: acuérdense de comenzar toda comunicación con un encabezamiento amable —Querido o Querida, Estimado o Estimada; o, ¿por qué no?, un simple y cordial ¡Hola!—. Al final, no olviden despedirse... Y jamás dejen de contestar los mensajes que hayan recibido.