viernes, 12 de junio de 2009

Sobre el día del escritor

EL SENTIDO DE ESCRIBIR...
Muchos escritores se preguntan cuál es el sentido de escribir. Supongo que, como pensaba Horacio, el efímero lapso de una vida no alcanza para alimentar las ansias de inmortalidad y, acuñar en piedra una obra digna de la eternidad, contentaría el ego de cualquier artista. Sin embargo, no podemos pensar que todos los escritores son tan egocéntricos y muchos de ellos escriben simplemente por el placer de solazarse diciéndole al mundo lo que aman, lo que sienten, lo que viven. También habrá y hubo siempre los otros, los comprometidos como Sartre, que ansian defender ideologías y tienen la elevada ilusión de legar a la posteridad ideales virtuosos, defender a la patria y contribuir con la “pluma y la palabra”, como pretendía nuestro Sarmiento, a construir un mundo un poco mejor que el que habían heredado.

Lo cierto es que todos podemos escribir, si hemos logrado alfabetizarnos, pero no todos nos consideramos “escritores” y muy pocos aún son aquellos que la posteridad recordará. Por eso, hoy queremos recordar a todos ellos: a los que recordamos en nuestras lecturas cotidianas y a los que no, a los que enseñamos en las escuelas y a los que no, a los que consiguen publicar sus libros y convertirse en éxitos editoriales y a los que no, a los que el mármol salvaguará incólume del paso del tiempo y a los que no. Porque en este universo de palabras, los escritores son arquitectos de la memoria del tiempo, aunque sean hombres y sólo hombres como nosotros:

“Somos imperfectos, nuestro cuerpo es débil, la carne es mortal y corrompible. Pero por eso mismo aspiramos a algo que no tenga esa desgraciada precariedad: a algún género de belleza que sea perfecta, a un conocimiento que valga para siempre y para todos, a principios éticos que sean absolutos.”

Ernesto Sábato. El escritor y sus fantasmas. (1961/63)

María Victoria Diumenjo. Villa La Angostura, 11 de junio 2009.